Este coleóptero, uno de los más grandes de Europa,
es reconocible por su abdomen alargado de color negro atravesado por
bandas anaranjadas o rojas. Presenta en sus tejidos cantaridina, un compuesto orgánico muy tóxico que es expelido ante cualquier amenaza.
Históricamente, esta sustancia se ha empleado en medicina y veterinaria
en el tratamiento de afecciones de la piel, pero también como
afrodisiaco e, incluso, como un potente veneno.
Estos insectos, cuya utilidad es recordada aún en zonas rurales, formaban parte del paisaje antes de la llegada del hombre moderno.
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