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La salamandra común


La salamandra común (salamandra salamandra) es un anfibio urodelo característico del continente europeo.

Posee una piel característica de fondo negro con manchas amarillas que advierte a sus posibles depredadores, y a través de la cual segrega pequeñas cantidades de sustancias tóxicas que irritan la boca y los ojos. No supone peligro alguno para el ser humano.
En la edad adulta pueden llegar a alcanzar los 27 cm de longitud, siendo de mayor tamaño las hembras.




Es un animal de hábitos nocturnos, aunque puede verse activa de día si la humedad relativa es alta —en días lluviosos o neblinosos—, y cuando la temperatura es fresca pero superior a los 3 ºC. Por el día se refugia bajo la hojarasca, troncos de árboles caídos o bajo piedras. Las larvas se encuentran en arroyos y fuentes de aguas limpias.

En general, es una especie ovovivípara, en la que las hembras paren larvas semidesarrolladas en el agua.

Aparece catalogada como «preocupación menor» por la UICN, aunque si se consideran las subespecies, algunas pueden catalogarse como amenazadas. 

En general, las poblaciones se mantienen estables, aunque localmente pueden haber disminuido e incluso haberse extinguido, como en el Sistema Ibérico de la península ibérica donde ha desaparecido en los últimos 20 años debido, quizá, a una enfermedad epidémica, aunque con un poco de suerte aún se pueden ver ejemplares (sobre todo por el norte de la península). Sus mayores amenazas son la destrucción del hábitat y en consecuencia la fragmentación de las poblaciones, la introducción de predadores como salmónidos o el cangrejo rojo americano y, en áreas concretas, el atropello de adultos al cruzar vías de comunicación. Algunas poblaciones españolas se hallan afectadas por la enfermedad micótica denominada quitridiomicosis.






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